La terapia de grupo constituye una herramienta maestra en el tratamiento de los problemas psico-emocionales, e implica un espacio privilegiado que va más allá de la suma de los miembros que lo componen. Si bien, cada grupo es singular, en todos ellos se produce el efecto de la multiplicidad de espejos. Los pacientes tienen la ocasión de contrastar cómo les perciben los otros, siendo ésta una excelente vía por la que llegan a poder conocer e integrar aspectos previamente desconocidos de sí mismos.
Entendemos el enfermar neurótico como consecuencia de un proceso desajustado entre el modo en que la persona vive sus relaciones con los demás y consigo misma, manifestando a través de su conducta, patrones rígidos y por tanto disfuncionales en una realidad siempre cambiante. El grupo terapéutico es un lugar donde las personas pueden expresarse libremente, de forma distinta a como lo han hecho hasta entones, unidas por una matriz de múltiples interacciones.
En un “aquí y ahora” real, cada paciente ante la mirada experta del/la terapeuta/s y junto a sus compañeros, va haciendo su proceso de cambio, de reencuentro y comprensión de sí mismo, dando lugar a experiencias emocionales singulares y correctoras, y posibilitando la elaboración de nuevos modos de afrontar los problemas básicos de la vida. Y lo que es aún más importante, la conciencia real de que independientemente de lo unido que uno se encuentre a otras personas, cada uno ha de hacerse responsable en última instancia de su existencia.
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