¿QUÉ ES EL MOVIMIENTO LIBRE?
Redundante y obvio, movimiento libre significa moverse libremente; ejecutar un movimiento sin patrón prefijado.
La invitación a danzar es una invitación a que te muevas como sientas, no a que bailes bien; bailar bien no tiene, aquí, ninguna importancia. No hay que “saber” bailar para venir ni son clases de ningún tipo.
Este taller de movimiento libre es una invitación a que muevas tu cuerpo con la única consigna de que tu danza sea lo más verdadera que te puedas permitir, lo más cercana a quién eres tú y lo más consciente posible; la consciencia aporta realidad. Es una invitación a que te conectes con la guía de tu cuerpo e inicies, desde él, un movimiento genuino y auténtico, a que te fíes y lo sigas a ver qué pasa. Es una invitación a la observación curiosa y expresión no juiciosa de ti, y a la experiencia del gusto que da eso.
Te invito a venir, con o sin vergüenza, a mover tu esqueleto, tus músculos, tu energía, tu Ser; a que expreses quién eres y te conozcas mientras tanto. Te invito a contactar con tu Verdad, a respetarla y expresarla a través de tu cuerpo, a mostrarte y a ver también la Verdad de los demás, y respetarles.
¿PARA QUÉ?
Danzamos para tomar contacto con nosotros mismos, tomar conciencia de que Somos, de qué, cómo y quiénes somos, para darle forma y cabida a la realidad de uno tal cual Es en el cuerpo. No sólo danzamos emociones, o pensamientos, o sensaciones físicas, sino que lo hacemos con todo nuestro organismo y sus componentes; danzamos el cuerpo entero y mediante el movimiento, nos enteramos.
Danzamos para obtener un impacto, para recoger información acerca de quiénes somos a través de los movimientos espontáneos de nuestro cuerpo respondiendo a una música, a una sensación, una emoción, un contexto, otra persona, el ritmo de nuestro corazón…
Danzamos para apartar a culazos al juez mental que se interpone en nuestro movimiento vital. Danzando libremente no existe correcto o incorrecto.
Danzamos para quitarnos las vergüenzas, para saber que hay otros y que lo mío es igual de válido que lo suyo; no intentamos contentar a nadie, danzamos por y para nosotros. Danzamos para responsabilizarnos de nosotros y encorporarnos, empoderarnos, para dejar de darle tanta importancia a la imagen que los otros tendrán de uno, empezar a vernos de verdad y, así, disfrutarnos de verdad. ¡Qué gusto da ser uno mismo!
Danzamos para mostrarnos y ver a otros, para comunicarnos, compartirnos y aprender. Danzar conscientemente en grupo puede ser muy esclarecedor y metafórico con respecto a la vida.
Danzamos para liberar energía que, de otro modo, se añadiría al cementerio energético que tenemos en ciertas zonas de nuestro cuerpo. Danzamos para liberar y contactar con emociones, nuevas o viejas encarceladas, y para energetizarnos e ir despertando esas zonas dormidas: los dolores y bloqueos corporales.
UYUYUY…
Seremos un grupo de gente haciendo lo mismo al mismo tiempo compartiendo un espacio basado en el respeto, la honestidad, el acogimiento, el sostén y el apoyo emocional. Nada para lo que uno no esté preparado.
“Danza, sinvergüenza” nace del deseo de crear un espacio y un tiempo regulares donde ofrecer la oportunidad de quitarse la máscara, donde desplegar las alas de la expresión personal, intuitiva y genuina de quiénes somos y, a través de este movimiento, conocernos, aprender y disfrutar de nosotros mismos y de los demás.