¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.
(Teresa de Jesús, Ávila)
Vivo sin vivir en mi y tan alta vida espero que muero porque no muero. Stop-Vacío-Punto muerto. Son palabras sueltas que resuenan en nosotros de vez en cuando. No puedo ni llorar, ojalá pudiera, nos repetimos cuando tocamos la nada, esa que llenamos con líquido hasta inflar nuestros vientres sedientos, hambrientos de vida y sensaciones. Todos tenemos una parte oscura que tira de nosotros hacia abajo. Stop-Vacío-La nada. Hoy es domingo, “chungo domingo”. La sensación de no encontrar un sentido a la vida es tan común al ser humano, como inmanejable con la razón solamente. Tomar distancia del presente nos ayuda a tener otra mirada ante la vida. Es fácil cuando el tiempo se para. Por ejemplo, esos momentos en los que te sales de la película y tomas distancia para ver que esto es como un sueño, un sueño agridulce, pero un sueño en el que se puede estar de paso y pasar de todo o querer estar en casi todo. Cuando estoy en calma, aparece Stop-Vacío-Sonetos del amor oscuro, la noche oscura del alma. Y es entonces cuando nos preguntamos qué hago con mi vida y si todo ésto tiene sentido. Emprender un camino de autoconocimiento arroja luz y es entonces cuando suena el jazz, ron habanero y ay! no quiero parar. Bendita música y poetisas que llevan a desempolvarte un poco, con sabor a polvo de estrellas, indiferente no te deja. Es bello y entonces conectas, “sólo amor es lo que da valor a todas las cosas” decía Teresa y descansas en este dicho.
Observa tu vida y mira qué quieres y si te gusta el sentido en el que va tu caminar, dijo un sabio, estás siempre a tiempo. Todo lo que tienes podría ser suficiente, aunque tu carácter, esa forma de ser hechicera e inagotable que tenemos, te pida cada día más y te exprima diciéndote que no es lo que tú soñabas cuando eras más pequeño. Stop. Me paro. El jazz también deja de oírse. Qué quiero realmente. No se si quiero lo que tengo, y me duermo:
Quiero dormir un rato,
un rato, un minuto, un siglo;
pero que todos sepan que no he muerto;
que hay un establo de oro en mis labios;
que soy el pequeño amigo del viento Oeste;
que soy la sombra inmensa de mis lágrimas
(García Lorca, Granada)
Despierto. Bendita habanera cubana. Mirar hacia dentro es algo que previene la desconexión total de las necesidades propias. El vacío se combate con el presente, casi siempre ausente. Mírate ahora. No lo dudes, no lo dejes. Miramos hacia otro lado cuando no soportamos la angustia del vacío e intentamos llenarlo con trabajo, drogas, comida, éxito profesional, conquistas sexuales, deseos variados como en un buffet. Solo estamos tú y yo, Federico y Teresa, en este mismo momento y eso es algo que no se nos debe olvidar. No hay magia ni milagros que nos distraiga del vacuo vital, tan solo un sutil remedio tan antiguo como práctico: vive aquí y ahora, agarra las guirnaldas rojas y que giren, céntrate más en el guión que en el final, suelta el control, para tu reloj interno, ese que no te deja vivir en paz y mira hacia fuera, afloja el sentimiento de querer tener de todo y para todos y déjate fluir como los peces en el mar o las gaviotas en el aire. Sigue tu deseo, dirían algunos. Stop. Vacío. No siento y parece que el mundo se desploma a mis pies, pero resulta que es sobre todo miedo. No pasa nada, dice una voz interior, confía en tí, tú sabes cuidar de tí, eres adulto y creo que tiene razón. Sigue el jazz. Cuando el tedio llega, hay que sostenerlo, no luchando de frente contra él, sostenerlo como parte de la vida, como sostenemos tantas cosas, no pasa nada. Nada cambia. Hoy es un día normal, y eso está bien, está más que bien, miraré a Granada o a Ávila si me aburro. Sin mirar atrás, sin borrar todo lo que he sido, quiero continuar. Suelto o retengo cosas y personas en mi vida como el viento, como diría Teresa, la vida es un continuo duelo, da igual, lo resolveré. Stop. La vida sigue y el jazz también.
¡Esa guirnalda! ¡pronto! ¡que me muero!
¡Teje deprisa! ¡canta! ¡gime! ¡canta!
Que la sombra me enturbia la garganta
y otra vez viene y mil la luz de Enero.
(García Lorca, Granada)
Mola
¡Me ha encantado Paloma!
‘Gracias por este texto!
Y el jazz!
Juan