“No estamos locos, que sabemos lo que queremos…”, cantábamos con Ketama hace nada, cuando nos creíamos jóvenes inmortales y vivíamos la vida igual que si fuera un sueño, ya ves,…pero no era mi intención ponerme nostálgico sino despejar en esa proclama festiva y sandunguera un postulado que habría que reconsiderar, la locura como un no saber sobre el querer, si lo confrontamos con esa otra estrofa que confiesa “Sabes amor que estoy loco por ti, que sólo sé quien soy cuando estoy dentro de ti”, confesión
que revela por el contrario la locura como un saber incontestable, como una certeza de amor. Así pues, dos versiones antitéticas para dar cuenta de un mismo concepto, nos arrojan de bruces a una pregunta que lleva abierta de piernas una eternidad, ¿qué es estar loco?
No estoy tan ídem para pretender zanjar tamaña cuestión en una humilde cuartilla, ni siquiera para situarla con una mínima perspectiva. En realidad yo solo pasaba por aquí y me pilló la música por banda.
“No te puedo comprender, corazón loco, no te puedo comprender, ni ellas tampoco”, es obvio que podemos asomarnos a la locura por la ventana del bolero, del tango,…si me apuras, de cualquier canción, porque “se canta lo que se pierde, como un papagayo verde…”, y así vamos, cantando como loros de repetición, siempre la misma vieja historia, siempre distinta, pero siempre una historia de amor.
Hay un antiguo debate psiquiátrico sobre la génesis del hecho vesánico, que si en el origen yace un trastorno afectivo o que si más bien será un trastorno de la razón. El cancionero lo tiene claro. “Estoy enfermo de ti, de cura no hay esperanza…”. Es un completo tratado psicopatológico, de pathos y logos, pasión y razón, o como Hernández y Fernández, yo aun diría más, la razón de la pasión, pero sin olvidar que como señalaron los románticos, “hay razones del corazón que la razón no entiende.”
Sí, de eso se trata, de dejar constancia de una lógica de la pasión, de una razón en la sinrazón. Una razón otra, loca, siniestra diría Freud, esto es, extraña y ajena en lo más íntimo del ser. Extima, neologiza Lacan. Esquizofrenia acuñó Bleuler cien años ha, de esquizo, dividido, partido y frenia, mente. Mente partida. De esa guisa podríamos hablar de cardiofrenia, o mejor, esquizocardia ¿por qué no?, pero me gusta más como suena corazón partío, con la venia de Alejandro Sanz, sin olvidarnos claro, que como ya nos contaban Pink Floyd de la luna, el corazón, y no sólo el de los lunáticos, también tiene su lado oscuro. Oh yes, The dark side of the heart. Y que cada uno la tarareé como buenamente pueda.