Si pudiera creer que hay otros que también pueden y saben, y escuchar con atención puntos de vista diferentes, serenamente, sin crítica ni juicio.
Si pudiera reconocerme uno más y valorar el contacto y el ser más que el tener y la conquista.
Si pudiera colocar por delante de la forma el contenido, renunciando a las caretas que maquillan la verdad de ser esencialmente un ser humano, una mujer.
Si pudiera valorar quien soy como un ser suficiente, darme cabida en el mundo y bañar con ternura mis limites.
Si pudiera mirar de frente al mundo, confiar y compartir mi vida.
Si pudiera admitir los ideales como ideales, orientarme en la realidad sin colgarme en la fantasía y entregarme a lo que hay en cada momento.
Si pudiera no creerme la reina del mundo y asumir que, si acaso, solo poseo mi vida.
Si pudiera sentir que la amistad surge por contacto, que no por contrato, y comprender que si postergo mi vida lo estoy postergando todo. Que soy un ser entre otros y mis males no son únicos.
Si pudiera conseguir que fuese mi experiencia la que nutre mi intelecto y entendiese que la vida abarca mucho más que a mi entorno.
Si además de saber y conocer esto, tuviese el coraje de reconocerme ignorante.
Podría decir que estoy abierta a conocer el AMOR.