Para mí escribir sobre algo significa mostrar y compartir “un trozo del alma de uno”, similar a lo que hacen los amigos en sus conversaciones íntimas, como la otra tarde cuando estaba con mi amiga hablando de la vida, del amor y de la muerte, o lo que es lo mismo, compartiendo nuestra experiencia de vida. En un momento de la conversación me dijo: “¿Sabes Lola? Lo que más miedo me da es la falta de humanidad…, es una plaga peor que la hambruna”. ¡Qué verdad Polonia! Y precisamente de eso es de lo que me gustaría hablar, “de lo humano“, de esa capacidad que como especie tenemos y más en concreto de las cualidades esencialmente nuestras como son: la bondad, la alegría, la solidaridad y la empatía entre otras.
Estas cualidades se han manifestado en el movimiento que durante los últimos meses ha surgido en nuestro país; sí, me refiero al 15M y a las plataformas y acampadas a las que han dado lugar. Un pueblo, puede tragar engaños y estafas durante un tiempo, pero no permanentemente, pues nos convertiríamos en “gusanos tragadores“ y afortunadamente no lo somos, en realidad lo que somos es “humanos“, humanos limitados, pero precisamente por eso, con potencial por desarrollar. La expresión de todas las personas que han mostrado su indignación es la muestra de que en el interior de nosotros hay “alma”, y nos permite la posibilidad de manifestar que, además de necesidades materiales, tenemos otras tanto de orden social como de orden espiritual… y la expresión y manifestación de esas facultades requiere abonarlas y cultivarlas a nivel individual. Y es aquí donde nuestra labor como terapeutas puede contribuir al “cambio”. Podemos ser los labradores, labradores labrados que desde nuestra humanidad ayudemos a desatascar los campos minados de sufrimiento con sus distintas manifestaciones de odio, rabia, resentimiento y en general apego al malestar.
Cuando los pacientes acuden a terapia
es sin lugar a dudas porque atraviesan situaciones dolorosas de las que no saben salir, pero en infinidad de ocasiones, cuando el proceso está transcurriendo, hay un cerramiento hacia el placer y el bienestar. Parece que los avances, las mejoras, los logros, no se puedan expresar. Cuantas veces escucho: “¡Ah! ¿Es que lo bueno lo puedo decir?”. Precisamente el bienestar y el placer son en realidad hechos propiamente humanos, expresión de salud. Y esto es lo que quiero decir: que abonar, apoyar el bienestar reconociendo los progresos que como “humanos” tenemos, poniendo el acento en los avances, en el bien hacer individual, en mostrar alegría por estar vivos y vivir bien, es una herramienta que como “ labradores” tenemos a nuestro alcance y que es un gusto poder usar y compartir.