Sabemos de prisas, control, voluntad y deber. La norma, la obligación, los modales y las formas; el quedar bien. Claro, queremos ser aceptados. Nuestra mente toma el control.
A muchos se nos ha olvidado eso de expresar libremente, o al menos escuchar nuestras sensaciones, el pellizco en el estómago cuando decimos “SÍ” queriendo decir Nooooo! La cara de “no pasa nada” cuando necesitamos simplemente decir aquello que nos ocurre en el momento, sin analizar. Sea bueno, malo o regular.
Ganar en espontaneidad supone atreverse a perder el miedo inculcado y confiar en la unidad de nuestro organismo y en su autorregulación. Legitimar la expresión de nuestro instinto, ya sea con un susurro o un torrente de voz, un llanto o una carcajada; con la palabra que dice la verdad.
¡Liberemos al cuerpo de innecesarios corsés! Dejemos que se exprese nuestro instinto con un nuevo gesto creado en el momento, en el aquí-ahora de la experiencia.
Qué bueno pararse a escuchar y experimentar las buenas sensaciones de nuestro cuerpo y poder vibrar, no de miedo sino de naturalidad.
Alicante, octubre 2018
Lola Pinar