Los niños muy pequeños son seres espontáneos y podemos afirmar que, cuanto mas pequeños son, esta espontaneidad se manifiesta a todos los niveles, al menos, hacemos referencia aquí, al nivel motor, sensitivo y emocional.
Avanzando no mucho en el tiempo, la cosa se pone más difícil: No hay más remedio que admitir el código. Estamos obligados a adaptarnos, incorporando normas familiares, sociales y morales, que sin duda nos ayudan a orientarnos en el entorno mas próximo.
Si bien es cierto que la introyección de todas esas normas y reglas nos es imprescindible, junto a ellas, también incorporamos imágenes valorativas acerca de: quien soy, quien no soy, quien debo ser, quien no debo ser, etc…
Estas imágenes, en un principio proceden del medio externo, que continuamente nos hace de espejo, con la salvedad de que esos espejos no son objetivos y las imágenes por tanto nos llegan cargadas prejuiciosamante debido a las limitaciones de aquellos con quienes nuestro vínculo es más necesario.
Se trata de un proceso complejo que sucede a la par del desarrollo fisiológico y que tiene como resultado la construcción de una imagen que se apoya en el medio externo y que identificamos como Yo. Al fin elaboramos la creencia de: YO SOY ASI, Y POR TANTO, NO DE ESA OTRA MANERA. Quedando grabado como tatuaje indeleble.
Lo que creemos ser, ¿es una mentira?. No me atrevo aquí a establecer una generalización semejante, aunque sospecho, que si no es una mentira, al menos oculta una buena parte de la verdad, ya que las persona quedamos de ese modo polarizadas y especializadas en procesar toda la experiencia vital desde una estrecha franja, marcada por nuestro código identificatorio, de tal modo que el choque con todo aquello que queda fuera de él, nos produce angustia.
La experiencia de angustia, tan común, tan presente y tan temida, nos esta indicando al menos, una limitación para variar el punto de vista, sea referido al mundo interno, sea para manejarnos en lo relacional.
Las personas que gozan de mayor salud emocional, son las que presentan una mayor capacidad para responder creativamente ante las circunstancias y situaciones más diversas. Este funcionamiento vital, creativo y espontáneo se apoya necesariamente en la confianza que tienen estas personas en sí mismas. Seguridad y autoapoyo que indica un amplio conocimiento de sí, y confianza en la vida, que es el bien mas precioso y mas preciado que todos compartimos.
Así las cosas, merece la pena la pregunta: ¿Quién soy yo?.
Por supuesto que no deberíamos quedarnos con las primeras 100 respuestas, la mas interesante puede estar detrás de todas ellas.