Los textos autobiográficos de nuestros pacientes son muy valiosos, ya que ofrecen una perspectiva excepcional del mundo cotidiano, familiar, del autor, construyen un relato retrospectivo sumamente coherente y en cierto sentido bastante convencional. Se postula como narración de recuerdos, pretensión de verdad, referente de la objetividad, de lo realmente sucedido, la novela familiar del autobiógrafo.
Definimos la autobiografía, como un relato retrospectivo en prosa que una persona real hace de su propia existencia poniendo énfasis en su vida individual y en particular en la historia de su personalidad.
El autor de una autobiografía se constituye en testigo de sí mismo, y toma a los demás como testigos de lo que su presencia tiene de irreemplazable.
La sociología, la psicología profunda, el psicoanálisis han revelado la significación compleja y angustiosa que reviste el encuentro del hombre con su imagen. La imagen es un otro yo mismo, un doble de mi ser, pero más frágil y vulnerable, revestido de un carácter sagrado que lo hace a la vez fascinante y terrible. Narciso, al contemplar su rostro en el seno del manantial, queda fascinado por esta aparición, hasta el punto de morir al desdoblarse sobre sí mismo.
La imagen en el espejo forma parte, a partir de ese momento de la escena de la vida, y los psicoanalistas han puesto en evidencia el papel capital de esta imagen en la consciencia progresiva que el niño va tomando de su propia personalidad. En esa imagen descubre un aspecto esencial de su identidad: separa lo exterior de su interior, se ve un otro entre los otros, se sitúa en el espacio social en el que se va a sentir capaz de reagrupar su propia realidad.
El testimonio que cada uno da de sí mismo es privilegiado: nadie mejor que yo mismo puede saber en lo que he creído o lo que he querido; únicamente, yo poseo el privilegio de encontrarme, en lo que me concierne, del otro lado del Espejo. Los otros, por muy bien intencionados que sean se equivocan siempre, describen el personaje exterior, la apariencia que ellos ven y no la persona, la cual se les escapa. La construcción del relato nos aporta el testimonio de un hombre sobre sí mismo, el debate de una existencia que dialoga con ella misma a la búsqueda de su fidelidad más intima.
En el nombre propio es donde persona y discurso se articulan antes incluso de articularse en la primera persona, como lo muestra el orden de la adquisición del lenguaje por los niños.
La adquisición del nombre propio es, sin duda alguna, una etapa tan importante en la historia del individuo como el estadio del Espejo. El primer nombre recibido y asumido, el nombre del padre, y, sobre todo, el nombre de pila que nos distingue, son sin duda los datos capitales en la historia del yo.
La autobiografía evoca el pasado para el presente y en el presente reactualiza lo que del pasado conserva sentido y valor hoy en día.