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AQUEL HOMBRE

julio 05, 1997
by Juan José Albert
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aquel_hombreMe acerque a aquel hombre,que todas las tardes venia a ver ponerse el sol tras las dunas.Es un momento en el que el brazo de mar regala colores azules,verdes,violetas y blancos en constante movimiento,mientras el cielo,cada vez mas azul,va haciendose sentir.Muy bello.

Me acerque a aquel hombre y se lo describi así.

- Si.No apartó la vista.

Cuando el sol se hubo puesto por completo,cuando sus rayos se apagaron y las dunas tambien,aquel hombre se volvio hacia mí:

- Vengo aquí con frecuencia,como usted,porque en este momento puedo mirar al sol directamente.Durante el dia siento y veo su calor y su luz,sus consecuencias;en este momento le puedo mirar y puedo verlo.Podria mirarlo tambien al amanecer,pero aun no hemos tenido la experiencia de ese día.El amanecer es mas propio para pedirle;en el ocaso podemos con­versar con él.

Me quede mirandolo.Yo no había prestado especial atencion al sol,absorto en los colores.Me pilló por sorpresa su comentario;yo iba alli a pasar el rato.

Sin mas palabras,caminamos por la playa.Yo,bastante cortado,deseaba no haber comenzado aquello;su silencio era como una invitación a caminar juntos.O,quizas,simple­mente el comenzó a caminar en silencio y,como no se despidio,­

yo seguí a su lado.Sin mas comenzó a hablar:

- Le voy a contar un pasaje de mi vida que hoy he

vuelto a recordar:

Al comenzar el verano de 1957,mi padre me dio un bofetón que no me merecía.El verano anterior había merecido bastantes,y no me dio ninguno;no recuerdo ningun bofetón mas.Tal vez fue el primero y el único,pero en una acasión y con una actitud inadecuadadas.

No solamente no merecia aquel bofetón,no tuve culpa ninguna en aquel desgraciado acontecimiento,sino que tenia la decisión tomada de cambiar de conducta.Hasta ese año fuí “de la piel del diablo”,no me iba bien y había decidido ser bue­no.Habia cambiado en busca de mejor vida.Esta intención de bús­queda de mejor vida por una via pacífica,quedo mal parada el dia que,accidentalmente,rompí la pierna a un muchacho.

Jugabamos al futbol,y otros miraban sentados en el bordillo de la acera.Yo llevaba botas de suela claveteada,de las de Falange(tan bueno quise ser,que hasta me apunté a una centuria de la Falange),que resbalan como pieles de plátano en la aceras;pues resbale,asi precisamente,y caí sobre su pier­na,fracturandosela.La culpa,obviamente,fue de las botas fala­gistas,aunque en el colmo del arrepentimiento llegue a

pensar,dias mas tarde,que la culpa fue mia por usar aquellas botas,hechas para desfilar sonoramente,en algo tan banal como

jugar al futbol.Fue mi primer,único y desafortunado contacto con la Falange.Con el tiempo he pensado que,realmente,lo único que queria de ellos eran sus botas.Y esto fue lo que paso con

aquellas botas,de las que no recuerdo nada mas.

Asustado,impresionado y apenado,marche a casa.En ese momento no creí que aquel muchacho tuviese que estar cuarenta dias con la pierna escayolada,aunque se quejaba mucho.Marche a

casa y me sente en el cuarto de estar,a la espectativa de lo que pudiese ocurrir.Con miedo realmente.Al rato,la familia de aquel muchacho,vino a ver a mi padre.Escuche algo de lo que decian:”….sin querer…..”.Repentinamente,mi padre entró en el cuarto de estar y me solto un bofetón,sin mediar palabra alguna,sin ninguna intención de escucharme,y en presencia de aquella familia.Aquel hombre me humillo.

¡Lastima!.En aquel momento,yo perdi a mi padre,y aquel hombre perdio a su hijo.Y la via pacifica en busca de una mejor vida,se hizo mas dificil.

¡Cuanto me gustaria no haber cometido nunca ninguna acción semejante!.

Le he contado este trozo de mi historia,continuo,por que senti que estaba usted mas dispuesto a escuchar que a hablar,y me ha apetecido.

Volvi ha estar frecuentemente con aquel hombre, siempre en aquel sitio y en aquel momento.Despues de escuchar bastantes trozos de su vida,narrandolos con un desapasionam­miento tranquilo y con el humor del que está de vuelta de si mismo,rompí con historias mias,creo que de pura verguenza ante la dificultad de hablar de mi como aquel hombre hablaba de él,y bastante atropelladamente.

Me escuchó.Nunca me pregunto nada.Me quede con la

impresión de que,a aquel hombre,solo le interesaba lo que yo decia de mi.El resto no existía.

Sobre el autor
Psiquiatra. Neurólogo. Psicoterapeuta clínico integrativo. Coordinador clínico del I.P.E.T.G. Miembro de la Sociedad Española de Psicoterapia y Técnicas de Grupo (S.E.P.T.G.) y Miembro Didacta y Supervisor de la A.E.T.G. Miembro de la Federación Española de Asociaciones de Psicoterapia (F.E.A.P.) y de la Asociación Española de Neuropsiquiatría (A.E.N.)
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